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17/11/2018
Portomarín; la Pons Minea (puente del Miño) del Códice Calixtino. Así se refiere la primera y más célebre guía del Camino de Santiago, joya manuscrita del siglo XII, a esta pequeña villa del interior lucense con una historia forjada por las mansas aguas del río Miño y el puente de piedra que sirvió durante cientos de años para cruzarlas. Lo construyeron los romanos en el siglo II y posteriormente fue aprovechado por los peregrinos, pues era uno de los pocos puentes que permitían cruzar el río sin necesidad de utilizar barcas o balsas. De esta forma, la Ruta Jacobea fue poco a poco dirigiéndose hacia Pons Minea y ya en la baja Edad Media Portomarín era uno de los enclaves más importantes del Camino de Santiago.

En 1946 la villa fue declarada Conjunto Histórico Artístico y, paradójicamente, diez años después la construcción del mayor embalse de Galicia, el de Belesar, con una cola de más de 40 kilómetros, sumergió bajo las aguas la totalidad del pueblo. Así, en 1962 nació sobre el castro Cristo el  nuevo Portomarín, el que hoy os encontraréis en vuestro peregrinaje hacia Santiago; un lugar que conserva las características de la tradicional villa gallega, con soportales, calles empedradas y casas de baja altura que le confieren un encanto especial. Con algo de suerte, si hacéis el camino en septiembre u octubre y el verano ha sido seco, todavía podréis ver entre las aguas del embalse alguno de los 10 arcos del puente romano y parte del viejo poblado

También en lo alto, presidiendo y contemplando el río, está la iglesia de San Nicolás, el símbolo por excelencia de Portomarín. Construida a finales del siglo XII, fue trasladada hasta el nuevo poblado piedra a piedra para salvarla de las aguas, al igual que se hizo con otras iglesias y pazos. A medio camino entre lugar de culto y fortaleza, el templo fue levantado por discípulos directos del maestro Mateo, el mismo que levantó el magnífico Pórtico de la Gloria de la catedral compostelana.

Otra de las visitas imprescindibles es el Castro de Castromaior, uno de los yacimientos arqueológicos de la Edad del Hierro más relevantes de la Península Ibérica. Su excelente estado de conservación os permitirá acercaros a la cultura celta de los castreños y además no os supondrá ningún rodeo ni desvío, pues está situado a escasos metros del Camino.

Portomarín será vuestro punto de llegada desde Sarria y el de partida hacia Palas de Rei. Os recomendamos que antes de abandonarlo hagáis dos cosas: la primera, dar un relajante paseo por sus parques. ¿Sabéis que Portomarín tiene la mayor extensión de zonas verdes en casco urbano de toda Galicia? ¡Pues sí, especialmente jardines! Es por eso que también recibe el nombre de “Villa Jardín”. La segunda recomendación es su gastronomía: la Tarta de Ancano, hecha a base de almendra y con una textura y una apariencia muy similar a la Tarta de Santiago, es reconocida internacionalmente. Cada día salen de Portomarín más de 3.000 unidades con destino a los principales mercados de toda España. Completamente diferentes, pero igual de valoradas, son las empanadas de anguilas. Y para regar tan suculentos manjares, que mejor que un buen chupito de aguardiente, una de las mejores de Galicia. Cada año, el día de Pascua, Portomarín dedica una feria temática a esta bebida.

La buena comida está garantizada y el descanso también: Portomarín dispone de albergues, hostales, pensiones y una casa rural. Cubiertas las necesidades de descanso y comida, podréis centraros en la nueva etapa que tenéis por delante hasta Palas de Rei y en sus 25,5 kilómetros. No es un tramo especialmente complejo, aunque podréis encontrar algún ascenso considerable y falsos llanos. Uno de los aspectos más negativos es que avanza en buena parte pegada a la carretera general, con tramos en los que el tráfico rodado apenas da un respiro. Está considerada la etapa más artificial del Camino, pero aún así atesora pequeños rincones y lugares de interés que merecen mucho la pena.

Uno de esos puntos es el cruceiro de Os Lameiros, uno de los más famosos y fotografiados de Galicia por tener doble cara: por un lado está Cristo crucificado y por el otro la Virgen de los Dolores. Data de 1670. Otro de los monumentos importantes que encontraréis cerca de vuestra ruta es la iglesia de Vilar de Donas, ya en el término municipal de Palas de Rei, que fue declarada Monumento Nacional en 1931. Aunque el Camino no pasa por este punto, el templo fue uno de los principales centros de operaciones de los caballeros de la orden de Santiago. Pequeños pueblos salpican el recorrido, y aunque el más poblado no supera los 80 habitantes, alguno de ellos ofreció alojamiento a monarcas de la talla de Carlos I o Felipe II, como es el caso de Ligonde. Este lugar está a los pies de una sierra que lleva el mismo nombre y que tendréis que coronar. Desde lo alto gozaréis de unas vistas espectaculares y contemplaréis con alivio que se inicia el descenso hacia el final de la etapa: Palas de Rei.

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